Taichi como forma de estar, de moverte

En nuestras clases habituales de Taichi y Qigong trabajamos un día tras otro la postura corporal. Modificamos y corregimos nuestra estructura externa y esto nos llevará, con la práctica continuada, a modificar nuestra estructura interna. A transformar nuestra forma de estar en el mundo y de movernos en él.

A continuación transcribo unos fragmentos del imprescindible libro “No hay secretos” de Wolfe Lowenthal, sobre el profesor Cheng Man-Ch´ing y su Taichi Chuan.

Practicar Taichi es estar alerta como un gato

“El estudio del Taichi es un compromiso para estar atento, justo lo contrario de estar desentonado o de un comportamiento adictivo. Cada vez resulta más difícil mentirse o escapar de la realidad si uno está practicando sensibilidad y equilibrio. Además, hay cualidades específicas de la disciplina de Taichi que nos enseñan a enfrentarnos a la vida en lugar de huir de ella.

Una de las primeras ideas en las que trabaja el principiante es a moverse como un todo, con el torso, los hombros y la cabeza, todo moviéndose desde la cintura, “la nariz en línea con el ombligo“. La mirada relajada es alineada con el centro, sin desviarse, pararse o anticiparse al sito hacia donde vamos. Es un excelente antídoto para la tendencia a no estar atento en la vida, mirando constantemente hacia el pasado o hacia el futuro. El “ahora” vital es real. Lo demás es ilusión y, acentuarlo, es quitar la chispa de la vida.

El modo de andar en el Taichi es centrado y muy difrerente de la manera en que la mayoría de las personas se mueve. El método es “andar con el pie vacío, igual que camina un gato” Esto contrasta con la tendencia común de poner el peso en el pie al andar.

Hay beneficios fundamentales en este “pie vacío” como los movimientos de un gato. Puesto que no hay peso en el pie, si se presentara un obstáculo inesperado, podría retirarse al instante. Pero al apoyar el peso en el pie con el paso normal, una vez que se ha avanado el pie, está comprometido y el tropezón es el resultado de encontrar un obstáculo inadvertido o imprevisto.

Cuando el practicante incorpora el movimiento del Taichi en su vida, comprueba que deja de ir dándose golpes contra las cosas. Así, el resultado de no dejar caer el peso en cada paso proporciona la oportunidad de volverlo hacia atrás instantáneamente ante cualquier obstáculo inesperado….”

Taichi como meditación

En otro párrafo de su libro, el profesor decía:

“El Taichi mismo es meditación. La meditación del Taichi es por el Qi (energía): cuando se practica la forma debemos imaginarnos que el aire tiene la sustancialidad del agua. La importancia de esta idea se refleja en el nombre que, a menudo, se le da al Taichi: “nadar en tierra seca“. Cuanto más sientas el aire como si fuera agua, más fuerte será tu Qi.

El paso sereno y uniforme de la forma es “como hilar la seda de un capullo”, moviéndose como un todo, la raíz y la columna vertebral erguida, todo esto tiene el beneficio de desarrollar el Qi. Incluso la relajación que es la base de la práctica, sirve para quitar todos los bloqueos, la tensión y la fuerza muscular, de modo que los meridianos del cuerpo se abran al flujo de Qi y a su acumulación.”

Clases de Taichi en Segovia y El Escorial

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Fuente: “No hay secretos“, de Wolfe Lowenthal.

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